LA EXTINCIÓN DE LOS MAESTROS HA COLAPSADO LA EDUCACIÓN VERDADERA
“La sabiduría del sagaz
es entender su camino, pero la tontedad de los estúpidos es el engaño”
En este país donde
existe un altísimo índice de alfabetismo, también carencia de valores
ciudadanos, cuando la educación dominicana ha ido perdiendo eslabones de gran
importancia para el aprendizaje y la educación de niños y jóvenes como futuro
de la nación Dominica, el eslabón perdido es el maestro de escuela que no solo
enseñaba, también educaba y conducía por buenos caminos a los niños y jóvenes,
pero que hoy han envejecido y el país necesita sustituirlo con nuevos valores.
Profesores que realicen su rol imitando al maestro extinguido.
El sistema magisterial
del país ha ido evolucionando sus condiciones didácticas según la tecnología de
sus métodos presentado y las aportaciones que el presupuesto Nacional otorga a
ese ministerio cada cierto tiempo, hay que aceptar como lenta y pocas las
aportaciones económicas por los gobernantes del sistema, la más reciente fue la
de un 4% que se tradujo en salarios de profesores e inversiones inmobiliarias
subvaluada para favorecer grupos partidarios, sin pensar en el alumnado con
necesidad de una enseñanza más efectiva y completa, una didáctica que eduque
los niños.
Entre maestros
y profesores existe una diferencia, tal vez no tanto en lo semántico, pero sí
en la realidad de la enseñanza de jóvenes e infantes , enseñar conceptos,
matemáticas, lecturas e historias no es
la totalidad en la educación del niño, pues los valores educativos en cualquier
humano ofrecen mejores condiciones docentes en el desarrollo del aprendizaje ,
sin apartarse de los métodos curriculares y conocimientos de matemáticas,
historia y lecturas de otros libros de
la educación básica, la verdadera metodología de los maestros que incluía los valores cívicos,
patrios y morales, que ha ido colapsando con las excepciones, claro está, de
verdaderos profesores que luchan por realizar un trabajo, con parentesco a los
maestros educadores, con vocación de servicio en la didáctica.
El maestro
nace maestro, el profesor se hace profesor sustentado en un aprendizaje técnico
y dirigido con una metodología epistemológica que se aprende en los centros
Universitarias, que es el estudio crítico del desarrollo, método y resultado de
la ciencia que aportó Piaget a los Niños, muy bueno y de gran importancia para
la Niñez si se pone en práctica en su aprendizaje , pero los valores de
formación personal y del lenguaje o idioma que hablamos se ha extinguido, por la
desaparición de la excelencia magisterial que ha colapsado en un % muy elevado.
Un profesor sin hábito a los valores que conforman las enseñanzas, como
pedagogía, la investigación, escritura y la lectura de textos, ni enseña, ni
educa.
Los Maestros o
educadores de generaciones, con el pasar de los tiempos se han ido
extinguiendo, su modalidad curricular como practica de su enseñanza era la
formación integral de niños y jóvenes, los valores morales y cívicos eran los
más importantes eslabones que juntos a las demás materias, como matemáticas,
gramática, historia, biología, geografía y otras conformaban el esquema
formativo de niños y jóvenes, concluido el Bachillerato el joven lograba un
pre-grado para arribar a los estudios universitarios.
La extinción
del maestro va dejando un vacío sin sustitutos, pues una grandísima cantidad de
profesores graduado en distintas universidades no suple ni aplica el rol, del
verdadero maestro educador de niños, el técnico que aprende a impartir clases
en escuelas o institutos, con las
excepciones de siempre, no están sujeto a una vocación nata para la enseñanza,
muchos buscan ese espacio por el valor pecuniario, pero ese no es su rol
exacto, formar valores, disciplinar con la enseñanza cuesta sacrificio y la
vocación es un sacrificio sin precio, pero cuesta, y la gran mayoría para eso
exigen el precio, no lo condenamos, es su profesión de sobrevivencia, pero su vocación
no es esa, sencillamente.
Tanto el
Maestro de vocación como el profesor que es un facilitador de la docencia, hoy
sumido en un estado inflacionario de consumo de cosas materiales que son parte
de su existencia tanto uno como el otro, con vocación o no, sufren y se le hace
difícil cumplir su rol con la decencia, impartir
clases también puede ser un oficio de técnico en educación formado en un centro
universitario, pero no un maestro que forje enseñanza, valores y principios en
la formación de jóvenes que superen las adversidades y transculturación
tecnológicas que borran costumbres y culturas que para rebatirla necesitan de
una vocación nata en la formación de jóvenes con sentimientos patrio.
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