DESPUÉS DE MUERTO NO QUIERO TRONO NI CORONA, COMO POMPAS FÚNEBRES

 


El Trono es parte de la grandeza del reino, es el símbolo monarcar que engrandece el Rey como líder del reinado, el trono es el asiento con grados y dosel en el que los monarcas y otras personas de dignidad, asientan sus nalgas y espalda, es el escenario de su poderío jerárquico, es el salón de sus recepciones personales, de las reverencias y genuflexiones de sus súbditos, pero todas esas glorias se dan mientras vive, cuando muere todas esas parafernalias de poderío y glorias sucumben, solo quedan datos históricos, para la corona no hay cabeza perdurable porque la estructura corporal pronto se vuelve polvo.
Nacer, Crecer y morir, Del Polvo vienes y al Polvo vuelves, es una ley  natural que no admite modificaciones, después de nacer  si  la vida continua se puede crecer, procrear  y disfrutar de los placeres materiales, de las bonanzas  económicas, sociales  y del poderío que fascina  a los humanos, pero al final, la soledad del  Sepulcro  hace del cuerpo humano un puño de polvo.
Un Rey muerto es lo mismo que un león muy feroz  y bravo, pero  que después de muerto se deja orinar sus garras dentarias del más pequeño roedor de la montaña, la muerte es un proceso natural que se da con todos los vivientes, nacer, crecer y morir esa es una normativa que ningún congreso ni legislador podría modificarla, del polvo eres y al polvo vuelve, es una realidad insoslayable, no se puede eludir con el poder de los hombres.
Las Pompas funerales no son más que fanfarronería envuelta en remordimientos e hipocresía de los humanos para satisfacer grupos sociales, pretendiendo sustituir lo que no se ofreció en vida al enfermo, complacer la sociedad con los funerales del que ya solo es cuerpo sin vida, cualquier animal en la misma situación es como un árbol seco que ha perdido la savia que circula por sus astillas y por eso muere, también los humanos cuando no circula la sangre por su vena muere y sin reflejos vitales no se vive.
El León junto al Tiburón son reyes, uno de los océanos y el otro de la montaña, pero cuando están vivos, muertos son banquete de carnes, uno para las Pirañas marinas, el otro comida de los anélidos (Gusanos) en cuanto al árbol seco su cuerpo astillado, solo sirve como abono que fertiliza la tierra de los seres vivientes (hierbas) que moran en su entorno, su tronco y ramas  en
poco tiempos carcomillos caen al suelo, una podredumbre continua lo convierte en polvo del entorno, los animales, arboles y humanos tenemos el mismo fin planetario, al terminar la vida volvemos al lugar de salida, del polvo vinimos y al polvo retornamos.
Las escrituras Bíblicas explican la creación del humano, el libro de Eclesiastés en su capítulo 5 explica, (Porque los vivos tienen conciencia de que morirán, pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, ni tienen más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado) en ese mismo libro Eclesiastés 12, 7 entonces el polvo vuelve a la tierra, justamente como sucediera que era, el espíritu mismo vuelve a Dios de donde vino) en el génesis 2, 7 indica que Jehová procedió a formar al hombre del polvo del suelo, o sea que por cualquier dirección que nos tiren, somos polvo, cuando el hombre muere no necesita corona, trono ni flores, necesita un ataúd como residencia eterna.
Pretender modificar el procedimiento que sigue el cadáver de un muerto, es buscando pagar obligaciones que no se cumplieron con el enfermo ofreciéndolo en vida, cuando el hoy occiso pudiera disfrutarla, ¿Cuáles? Atenciones continuas, diligencias para lograr soluciones, presencias médicas, alimentación adecuada a su situación orgánica, apoyo físico, psíquico, social y económico, y un esfuerzo continuo en buscar soluciones positivas que se traduzcan como beneficiosas para la situación del abatido o que atraviesa al enfermo, abstención de especulaciones negativas por los familiares y relacionados con sus visitas frecuenciales, no usar manipulaciones con los familiares, influenciando rimbombantes o grandilocuentes actos fúnebres.
Como dice el libro Eclesiastés, un humano sin vida, no tiene conciencia de nada en absoluto, todos los movimientos, diligencias y acciones que los familiares realicen deben redundar pensando que su pariente ya es solo un cadáver, que el pasar de las horas conducen a la descomposición del cadáver, siendo sus determinación más objetiva el enterramiento del mismo que yace sin vida, los actos deben ser sencillos, similares a los de Cristo que llegó al sepulcro envuelto en un manto sin fanfarronería, altivez, pompas ni coronas o arreglos florales, eso solo es hipocresías y falsedades humana, tratando de satisfacer grupos sociales que al final se convierten en murmuraciones.
Un cuerpo sin vida no tiene disfrute de las pompas funerales que ofrecen los vivos, las coronas y arreglos florales, las Ceremonias rimbombantes, ni ataúdes con ribetes de platas y oro, eso solo es oropel de apariencias social y demostración económica que pudo servir para la salud del enfermo cuando existen posibilidades y que en vida se niega utilizarlo, salvo las excepciones, todas esas añadiduras anti bíblicas, no pasan de ostentaciones, grandilocuencias, burocracias fúnebres, suntuosidad, boato y cortejo fúnebre, ostentación publicitaria, algarabía de funeraria con exequias para demostrar poder social religioso y económico.
Las exequias o Ceremonias religiosas frente a un cuerpo exánime o sin vida, como misas, responsos, largos discursos, humos aromatizados, cánticos de algarabía y repeticiones de palabras, peroratas panegíricas frente al féretro con el cadáver en su fondo, iniciado ya el estado de descomposición corporal del fallecido, solo son plegarias o súplicas sin base bíblicas que  producen morbos y comentarios desagradable, también halago exagerado cuando dan el pésame a los deudos adinerados. Las Coronas, tronos y pompas funerales no son nada más que pretensiones suntuosas y ostentaciones para complacer públicos por falta de conocimientos bíblicos. 

                       


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